miércoles, 10 de diciembre de 2008

ojo de pez en la pared del tren

Todos los días cogía ("tomaba" para el público americano y lo siento por emplear esa palabra) el tren para ir a la otra punta de la ciudad, donde se encontraba mi universidad. Era uno de esos sistemas de trenes que van en superficie. Son (voy a ir cambiando entre tiempo presente y pasado, pues ya no sé lo que "es" y lo que "era"), pues son geniales esos trenes, te permiten ver la ciudad desde una perspectiva realmente privilegiada. Y eso todos los días. Y claro, te fijabas en muchos detalles. Si a la cantidad de cosas que ver, le sumas la curiosidad de un forastero en esa parte del mundo, pues todo se multiplica.
Un vagón abandonado que siempre está ahí. Otras veces un coche cama que duerme durante el día esperando a que lo lleven a la otra punta del país. Un tren que viene de Rusia, de Polonia, de Francia... La entrada a la estación, cada vez más llena de palomas, a pesar de esos pinchos que las cubren por completo y que hacen que todo tenga un aire "punky" (el reloj punky, el letrero punky, la caseta punky, la ventana punky, el punky más punky aún, etc, etc). El edificio ese famoso que solo ves de refilón y que cada día intentas hacer más malabares para conseguir ver un poco más. La torre, cómo se hace más grande e imponente cuanto más te acercas. Las obras interminables que parece que van de fachada en fachada. Un bloque de viviendas, intentando adivinar quién vivirá ahí dentro. La discoteca de moda que por las mañanas parece tan inofensiva, pero que sabes que dentro lo que hay no es nada inofensivo, aunque sea por la mañana. Las "playas" que el río deja crear...

Un muro en el que hay unas cuantas pintadas. Alguna te llama la atención. Parece como un pez cortado con un cuchillo, o un ojo rojo con una aleta.

Y te olvidas.

Y entonces no se sabe muy bien por qué, te encuentras otra vez con esa pared, pero resulta que esa pared ya no es como antes.

He pasado delante de esta pared dos veces al día durante un año entero. Nunca cambió. Ahora es otra. Eso es genial, que nada permanezca, que nada se esté quieto.

Ahora lo pienso y no me gusta que algunas cosas cambien. Ya no sé qué pensar....bueno, ¡solo es una maldita pared!... ¡y qué pared! que diría alguno(a).








3 comentarios:

Chet Casey dijo...

Joder! josete, esos relojes punkis!!!! Ese aroma a kebab. Ese frío, el airecillo... o vendaval!!! Diosssssss! WE HAVE TO GO BACK!!!!!
Por cierto, el video increible, ya lo habia visto, pero no me canso de verlo macho.

jose i dijo...

WE HAVE TO GO BACK!!!!!!!!!!

Nachete dijo...

Que grande el vídeo!!